La rizoartrosis se refiere a la presencia de artrosis a nivel de la articulación trapecio-metacarpiana en la base del pulgar.

Esta es una patología más frecuente en el sexo femenino, cuya incidencia aumenta con la edad.

Por lo general, en las primeras etapas, el paciente informa dolor en la base del pulgar, especialmente en asociación con ciertos movimientos, como girar llaves o abrir frascos.

Con el tiempo, el dolor se vuelve constante y puede, en algunos casos, perturbar el descanso nocturno y provocar el despertar.

El diagnóstico es típicamente clínico, basado en la historia del paciente y el examen físico realizado por el especialista. La confirmación clínica se obtiene mediante la realización de radiografías simples (es buena práctica realizar el examen radiográfico de forma bilateral ya que esta patología suele manifestarse en ambas manos, muchas veces con dolor referido de distintas entidades).

Se debe prestar atención al diagnóstico diferencial con una laxitud de la articulación trapecio-metacarpiana.

 

Este último ocurre típicamente en mujeres jóvenes y causa dolor en el mismo lugar y durante los mismos movimientos; desafortunadamente, ambas condiciones a menudo se definen erróneamente como rizartrosis, pero el tratamiento es completamente diferente.

TRATAMIENTO

Desafortunadamente, en caso de una gran degeneración, no hay nada que pueda restaurar la anatomía original de esta pequeña articulación, por lo que la prevención y el manejo del cuadro clínico tan pronto como aparece es fundamental para posponer en lo posible cualquier operación mayor y más agresiva. .

terapia conservadora

El primer abordaje de esta patología debe ser de carácter conservador, dada la progresividad del cuadro clínico.

Para tratar de obtener una regresión de los síntomas, se utilizan aparatos ortopédicos modelados en la forma de la mano del paciente. Por lo general, se empaquetan dos tipos de aparatos ortopédicos para usar en diferentes momentos del día.

Por la noche se utiliza un aparato ortopédico, llamado estático, que incluye el primer rayo; esto tiene por objeto poner en reposo la articulación y en consecuencia bajar la inflamación que siempre está presente en el caso de la rizartrosis.

         

 

Durante las actividades diarias, laborales o deportivas, se utiliza una pequeña ortesis, denominada funcional, que deja la muñeca completamente libre, con el objetivo de estabilizar la articulación afectada por la artrosis, pero permitiendo los movimientos necesarios.

Es fundamental instruir al paciente en el correcto uso diario de la mano. Los movimientos que pueden parecer menos exigentes, como escribir, sostener una taza, son extremadamente exigentes ya que se repiten cientos de veces en un día; basta pensar que una fuerza de un kilo ejercida en los movimientos de la pinza entre el pulgar y el índice corresponde a una tensión de 10 kilos a la altura de la articulación que nos ocupa. Una de las muchas sugerencias que se dan es, por ejemplo, usar un agarre más ancho para tazas, usar bolígrafos o lápices más anchos, esto por una cuestión anatómica centraliza el eje de carga del metacarpiano en el trapecio (el huesito con el que se articula ).

  

Terapia infiltrativa

Existen numerosas terapias infiltrativas descritas en el caso de la artrosis.

Las terapias infiltrativas más avanzadas consisten en el uso de la llamada medicina regenerativa, que aprovecha el potencial regenerativo inherente a algunas células de nuestro organismo.

Plasma rico en plaquetas (PRP): El PRP (plasma rico en plaquetas) es un potente concentrado de factores de crecimiento capaz de estimular la regeneración tisular. Se obtiene gracias a una técnica que consiste en la centrifugación de sangre autóloga (es decir, del mismo paciente) dentro de un proceso que finaliza con la producción de una parte de plasma con una alta concentración de plaquetas. Este concentrado tiene altas concentraciones de factores de crecimiento que ayudan a almacenar la homeostasis de los tejidos y reducen la inflamación.

Injerto autólogo de tejido adiposo: El último descubrimiento en el campo de la medicina regenerativa es el uso de células madre mesenquimales derivadas del tejido subcutáneo. Estas células se comportan como auténticas farmacias, capaces de liberar moléculas con acción inmunomoduladora en el contexto del tejido infiltrado. Esto tiene el propósito de modular y disminuir el nivel inflamatorio que es una causa que contribuye al dolor del que se quejan los pacientes. Para obtener estas células se realiza una pequeña liposucción (generalmente de la región abdominal); se procesa el lipoaspirado, se concentran las células diana y luego se infiltra la articulación. El procedimiento se realiza en hospital de día con pocas horas de hospitalización.

Es fundamental y correcto recordar que estas terapias están indicadas sólo en las etapas iniciales de la degeneración.

terapia quirúrgica

Es muy importante recalcar que la principal indicación para realizar la cirugía no viene dada por la imagen radiográfica sino exclusivamente por el dolor y la limitación funcional que refiere el paciente. De hecho, hay personas con radiografías "malas" que tienen menos dolor que aquellas que tienen radiografías "buenas".

Se han descrito numerosos procedimientos quirúrgicos para el tratamiento de la rizartrosis, la mayoría de los cuales consisten en la extirpación del trapecio, causante del dolor.

El cirujano de la mano no solo debe realizar un tipo de operación, sino que debe Valor energético optar por la solución técnica más adecuada al tipo de paciente. La pérdida del espacio articular, la estabilidad de los ligamentos son, por ejemplo, solo algunos parámetros que indican la mejor técnica.

A continuación se muestra una breve descripción de las tres técnicas principales.

Trapeziectomia e legamentoplastica: Esta técnica consiste en la extirpación del trapecio y la reconstrucción del ligamento que estabiliza la base del primer metacarpiano. Tras la cirugía, realizada en hospital de día y con anestesia locorregional (en el brazo), se mantiene la inmovilización durante unas 2 semanas tras las que se inicia el protocolo de rehabilitación. La fisioterapia debe considerarse una parte integral del tratamiento y puede durar hasta tres meses.

Artrodesis trapecio-metacarpiana : en este caso no se extrae el trapecio, sino que este último se fusiona con la base del primer metacarpiano. La inmovilización en este caso debe mantenerse durante al menos 4 semanas o, en cualquier caso, hasta la curación del hueso. Este tipo de intervención parecería aumentar la fuerza residual a expensas de la movilidad completa del pulgar.

Hemitrapeciectomía artroscópica : Esta intervención consiste en la sección artroscópica de la porción articular del trapecio, sitio de artrosis y por lo tanto de dolor. La operación se realiza de forma completamente artroscópica, con dos pequeños accesos de aproximadamente 1 centímetro de tamaño. De nuevo hay una inmovilización de unas 2 semanas, seguida de rehabilitación.

Independientemente del tipo de intervención, siempre es imprescindible un protocolo de rehabilitación realizado por un terapeuta especializado en patologías de muñeca y mano.